No hay amor suficiente capaz de llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma.
Irene Orce
Soy libre.
Es la primera vez que lo afirmo. Hoy tuve mi cita en el juzgado y así, en cuestión de minutos declararon disuelto mi matrimonio de 11 años.
Al no haber hijos, ni bienes que pelear, quedamos divorciados en menos de 15 minutos. Insólito. Tardamos meses para organizar la boda, nos acompañaron 300 personas, nos casamos en medio de mucha incredulidad y también de muchas sonrisas. Recibimos en aquel entonces muchos buenos deseos, salimos de la iglesia sintiéndonos los dueños del mundo. Él y yo éramos todo alegría sin importarnos que su familia no estuviera de acuerdo, ignoramos sus caras largas, nosotros estábamos llenos de esperanza. Yo proclamaba mi felicidad ¡había encontrado el amor!... eso creí.
Hoy, 11 de junio de 2013 termina la historia y no fue con final feliz. Duramos casados 11 años, 1 mes y 15 días. Fue de mutuo acuerdo, él finalmente terminó por ceder y dejarme ir. Firmó y me dejó marcharme para que yo siga con mi vida en paz y él... ojalá también.
Muy bien, ya soy libre... y ¿ahora qué?
Salí del juzgado de lo familiar con un vacío en el estómago. Él insistió en llevarme a casa pero no acepté, quería alejarme lo más rápido posible. Aunque quedamos en buenos términos sigue doliéndome el dejar a mi compañero de vida que tomé de la mano hace 13 años cuando lo conocí. En quien había puesto todas mis expectativas, a quien le entregué mi corazón completo, a quien le di todo lo mejor de mi... y me falló.
Al estar en plena calle, parada junto a un árbol, con un enorme nudo en la garganta. De pronto sentí otra vez ganas de llorar. Una brisa fresca me hizo respirar profundo y cerré los ojos. De pronto, empecé a sentir en mi cara gotas de lluvia y algo suave que acariciaba mi brazo.
Abrí los ojos y de pronto, de la nada me vi rodeada de cientos de ¡mariposas blancas!
No sé de donde salieron, como empezaba a llover intentaban protegerse en el árbol que estaba junto a mi, eran tantas que sentí miedo y me alejé un poco, pero llegaban por todos lados y empecé a verlo como una señal de Dios... sentí que me llovía esperanza.
Fue muy emotivo el momento. Abrí los brazos y varias se posaron en mi piel, en mi cabello, en mis manos. Las dejé suspenderse unos segundos en mi y las vi volar poco a poco a protegerse. Sin darme cuenta empecé a sonreír.
En eso la lluvia arreció y tomé un taxi camino a casa. Empecé a ver mariposas blancas y amarillas por todos lados, venían de paso por la ciudad, eran bellísimas, fue un espectáculo indescriptible.
Llegué a casa a preparar las maletas porque tengo una misión. Por casualidades de la vida me salió una invitación para irme a la playa hoy mismo y acepté. El 90 por ciento del viaje lo haré sola. Voy a Cancún, Quintana Roo. Uno de los lugares más hermosos del planeta. No conozco ese paraíso y lo más insólito... es la primera vez que viajo en avión y lo haré sola.
Este viaje significa muchas cosas, voy a encontrarme conmigo. A contagiarme del azul de esos paisajes para llenarme de paz. Como le dije a "Salvador", voy a lavar mis lágrimas con agua de mar. A contemplar el atardecer y ver de nuevo salir el sol.
Voy a cerrar un ciclo y abrir otro para mi. Donde empiezo mi camino por aprender a amarme a mí misma. Hoy mi alma quedó vacía. Mi corazón quedó vacante. Hoy el dueño de mi vida se marchó. Y yo me quedo conmigo, libre... libre... libre.
No sé que hacer con mi libertad ahora que es real, lo único que se por ahora es que un paraíso me espera. Que ahora mismo salgo rumbo al aeropuerto, volaré por vez primera y haré una aventura por mi.
Ya les contaré sobre mi viaje, mi encuentro conmigo... aquí empieza mi camino para aprender como amarme a mí misma.
Sólo por hoy te entrego mi vida Dios mío. Que el viento me lleve a donde sea tu voluntad.
Libre... libre, libre al fin.
Soy Paty, codependiente en recuperación.
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