miércoles, 26 de agosto de 2015

¿Amor falso o falso amor?


"No existe el amor, sino las pruebas de amor y la prueba de amor a aquel que amamos es dejarlo vivir libremente".

 

Y bien... cuando pensaba que ya tenía seco el corazón de pronto, así de la nada volvió a latir con una fuerza inusitada. Un hecho que la verdad aún no sé si es una buena noticia.

Meses despúes de mi divorcio, en una etapa en la que me sentía un tanto perdida, alguien de mi grupo de CODE me recomendó abrir un perfil en un sitio de esos donde conoces gente por internet para hacer amigos o amores.

No estaba muy convencida pero su argumento me pareció interesante. Me dijo que al hablar con extraños me permitiría irme conociendo a mí misma, no entendí cómo pero lo hice.

Y la respuesta la fueron dando los días. Al ir conociendo personas y charlando con extraños, todos me hacían preguntas y al responder me daba cuenta que yo ya no me conocía, fui recordando poco a poco qué me gustaba a mi, qué quería yo, cuales eran mis preferencias en muchos sentidos.

Esta dinámica me hizo perder el miedo y poco a poco me animé y fui conociendo en persona a diferentes "prospectos", hice muchos amigos pero no me sentía con la seguridad de dar un paso más.

Pasaron los meses y una tarde un usuario que vive a más de 800 kilómetros de distancia me dijo: "Hola" y ese día una luz se encendió.

Con el paso de los días se dio de pronto una charla que pasó de diplomacia y camaradería a una conversación profunda, madura, serena y agradable.

Hablar con él fue de pronto un refugio, un alivio, un momento especial día con día. La conexión se dio sin pretenderlo, desde el primer día sabíamos que incluso para ser amigos esto sería muy complicado, sin embargo el paso ya estaba dado y nos habíamos ganchado.

Pasaron meses y de pronto la charla amistosa se transformó, solo él... sola yo. Empezamos a planear el modo de vernos en persona, conocernos e iniciar una posible relación real. Así pasaron unos meses y nunca se dio.

El trabajo de ambos y compromisos diversos no permitían que coincidieran las fechas, así que el desencanto llegó. Fui yo la primera en un arranque de valor que dije NO y me alejé. 

En ese entonces habíamos dicho que construiríamos un puente, que nos esforzaríamos por acortar la distancia, por estar conectados de alguna forma. Pero sus ocupaciones lo rebasaron y él también se alejó.

Me dolió su ausencia pero semanas después conocí a otra persona de mi ciudad con la que salí unos meses, pero como relación no funcionó, me olvidé de ese amigo lejano que alguna vez tanto me gustó.

Meses después cuando me enteré que mi ex había contraído matrimonio con otra y yo de nuevo caí en un hoyo negro de confusión, una tarde estaba yo de nuevo en un momento crítico de ansiedad, en plena lucha a cachetadas con mi codependencia cuando otro "Hola" llegó.

Fue como si alguien me lanzara una cuerda a mi profundo y oscuro pozo y la tomé sin pensar. Me colgué de ese recurso para salir de ese inusitado dolor, de pronto fue como si algo me jalara con mucha, mucha fuerza a la luz y ésta... me cegó.

De pronto, ambos nos enrolamos en la intención de empezar de nuevo, de retomar desde el punto donde nos quedamos, y todo se dio de una forma increíble.

Encontré en ese hombre la madurez, apoyo, planes, proyectos, todo lo que anhelo en un hombre. Alguna vez escribí aquí una entrada titulada: "El hombre que quiero para mi", bueno pues era él!!! así tal cual, divorciado, poco mayor que yo, atractivo, altísimo, con dos hijos maravillosos, excelente padre, profesionista, empresario, trabajador... excesivamente trabajador.

Todo lo contrario a mi ex y a todos los que he conocido. Con el tiempo le hablé de mi CODE, le dije que estaba en recuperación, que estaba intentando ser yo misma y su respuesta fue que contara con él, que estaría ahí para comprenderme y ayudarme para que aprendiera a amarme a mi misma.

Con eso caí finalmente a sus pies y me enamoré. Mi corazón brincaba de gusto, de felicidad, y empezaron los planes para vernos en persona.

Todo fluía, todo fantástico, todo embonaba como engranes perfectos, me sentía orgullosa de él, plena, muy feliz, como si por fin había llegado mi anhelada recompensa.

Admiraba mucho a mi hombre, que fuera tan trabajador... sin embargo esa que yo siempre consideré su principal virtud, también es su más grande defecto.

Está inmerso en mucho trabajo, al menos eso dice. Hace meses cuando inició mi problema de salud y me operaron, él estuvo conmigo, pero dada mi crisis mis emociones estaban a flor de piel y a veces mi CODE estaba en su máximo.

Y aunque él dijo que me apoyaría, poco a poco se empezó a alejar. Se empezó a enfriar, las charlas, las llamadas, los mensajes se fueron espaciando cada vez más. Se alejó cuando más lo necesitaba y nuestro plan de vernos en persona... se esfumó.

De nuevo la ansiedad me hizo presa y di muchos tumbos, cometí muchos errores en mi terror a perder a mi hombre perfecto, a mi salvavidas, a mi luz, mi faro...

Creo que justo el temor a perderlo es lo que me está haciendo perderlo. Han pasado los meses, llevamos más de un año y medio de conocernos de forma virtual y no ha venido para vernos en persona.

Sí... es una relación estúpida. Lo sé. 

Es algo que me da mucha vergüeza que a estas alturas de mi vida, cuando soy una "señora de las cuatro décadas" me haya enamorado como tonta quinceañera y ando dando cabezazos y palos de ciego sin saber qué hacer.

No puedo soltarlo, no logro dejarlo ir. No lo supero. Hemos terminado varias veces, pero siempre soy yo quien lo busca. Él no me busca, no me ruega, no me insiste, me voy y me deja ir sin chistar. Hago mis dramas y él se queda ni fu ni fa.

Me deja ir. Regreso y me vuelve a abrir la puerta, me contesta y lo hablamos. Me escucha, me lee, me calma... y todo vuelve a empezar.

No sé como describir esta "relación" es un suplicio, es un tormento esperar, sin saber ni siquiera qué es lo que espero. Nunca lo he visto en mi vida en persona, no lo he tocado,  solo veo fotos, videos, escucho su voz.

Vuelven las promesas, las palabras dulces, el deseo de ambos por una vida juntos, el idealizarnos uno al otro.

Es una historia sin fin.

Mi estado de salud actual me impide viajar a verlo y sus ocupaciones no permiten que sea él quien venga.

Dios sabe que he querido terminar con esta absurda historia mil veces... pero noooooo puedoooooo!!! 

¡Maldita sea! ¡No puedo! Mi voluntad esta mermada. Sigo ganchada de él, es el nuevo objeto de mi dependencia y no puedo soltarlo.

Hace mucho que no voy al grupo de CODE, dejé de ir porque mi "padrino" me empezó a acosar... un día de pronto me dijo que quería tener sexo conmigo y yo salí huyendo, hasta hoy no he vuelto, estoy decepcionada, ¡asqueada!

A veces pienso qué él también está enfermo. No era mi padrino oficial, pero sí una persona que consideraba mi guía, mi ejemplo, pero esa es otra historia.

Hace casi dos meses que no hablaba por teléfono con mi lejano amor, nunca tiene tiempo para mi, cuando no está ocupado en su trabajo está de viaje, o con sus hijos, o jugando futbol, o haciendo negocios.

Siiii ¡esta situación es una tontería! ¡Pero no puedo! Hoy hablé con él, logré que contestara mi llamada y charlamos solo unos minutos. Aquellas conversaciones de horas se acabaron hace mucho tiempo.

Lo que no comprendo es porque si no me quiere... no me deja ir. ¿Será que él también es codependiente? No lo sé. Se supone que yo había encontrado a "mi hombre sano", pero ya no sé si lo es.

Estoy atorada en esta situación. Como un perro caminando en círculos queriendo morderse la cola. Es absurdo y no sé como carajos salir de esto.

Cada que digo que ya ¡¡¡Basta!!! vienen a mi mente las razones por las que lo he esperado tanto y me vuelvo a enamorar, a convencer y me quedo.

No sé cuanto tiempo estaré así. Me siento desesperada, atrapada en la jaula que yo misma me construí.

Hoy la CODE está muy fuerte, estoy enferma física y emocionalmente. Todos los días me repito una y otra vez la oración de la Serenidad pero la mayor parte de las veces ya no le encuentro sentido. Basta con que el hombre me diga "mi alma" y ya puse mi mundo aparte.

Nos hemos estado amando así, a ciegas, a retazos, en partes, a ratitos y no sé si esto es amor, yo confío en él, ¡le he creído todo! No sé si esto es un amor falso, o él es un falso amor.... 

¡Qué miedo! ¡Estoy horrorizada de mi misma! Lo peor es que yo soy mi propio veneno y antídoto.

Solo por hoy no tengo fuerzas para luchar. Hoy estoy llorando como atrapada bajo la lluvia. Aún me falta camino para estar bien de salud, se acerca otra cirugía y debo concentrarme en eso.

No sé qué pasará con este amor a distancia. Este amor virtual que me hizo revivir, sonreír, creer y soñar de nuevo. Por ahora lo entrego a Dios, que se haga su voluntad... y no la mía.

Gracias por leerme.

Soy Paty, codependiente en recuperación.







viernes, 7 de agosto de 2015

Un paso a la vez


"Las mil millas comenzaron con un primer paso". 
Anónimo




De nuevo por aquí, ha pasado ya casi un año desde la última vez que ingresé a este espacio. Mi vida ha ido dando muchos giros, me he tenido que enfrentar a fuertes retos este año.
Hace algunos meses me quedé sin caminar por una vieja lesión a raíz de un accidente y luego de una riesgosa cirugía en mi columna vertebral que casi me cuesta la vida e intensas semanas de rehabilitación hoy puedo decir que camino de nuevo.
Voy paso a paso, despacio, sin prisas. Igual que en mi vida. Sin embargo, esta pausa me ha permitido hacer una introspección dentro de mi. 
Pasar semanas inmovil, literalmente mirando al techo me ayudó a hacer un viaje a mis adentros.
Obviamente al principio fue como caer en un pozo profundo, en un acantilado de noche donde no ves nada de nada, lo único que esperas es sentir el golpe del agua y finalmente ahogarte.
Esas semanas mi panorama era más que negro, sin ninguna expectativa. Dependiendo de todos para todo. Me alimentaban en la boca, usaba pañal, me aseaban en la cama, no me movía por mi misma, una verdadera pesadilla en la que lo único que estaba activo al 100 por ciento era mi cerebro atrapado en un cuerpo débil, frágil, adolorido.
Ver los esfuerzos, sacrificios y angustia de mis padres fue lo que me hizo ponerme de pie de nuevo. 
Me dijeron que tardaría un año en volver al ruedo, sin embargo han pasado 5 meses y ya camino, manejo mi vehículo y estoy regresando a mi trabajo de manera parcial, poco a poco.
El dolor físico que pasé esos meses se unió a un dolor emocional tremendo. La incertidumbre y la derrota, el orgullo herido.
Casualidades de la vida. Justo el día que me operaron llegó al hospital mi ex marido con su radiante y juvenil nueva esposa de 20 añitos, hinchada como un bello globo, lista para dar a luz a su primera hija. Y así fue, mismo hospital, misma sala, solo dos puertas de distancia. Ahí estábamos reunidas, tres mujeres, dos historias: su pasado, su presente y su futuro.  
Situación absolutamente incómoda para la familia suya y mia. Y para mi y no dudo que para él también.
Nunca lo vi, no sabía que estaba ahí, pero una noche oí sus pasos, inconfundibles y muy conocidos. Era de madrugada y lo escuché caminar por el pasillo y detenerse en mi puerta.
Yo pensé que soñaba. Pero él sí estaba ahí. Al día siguiente me enteré. Mi familia no lo dejó acercarse a mi, yo estaba realmente delicada. Solo contemplaron de lejos su felicidad por la llegada de su pequeña y claro... me lo contaron después.
Enterarme que su sueño de ser padre se hizo realidad sin mi... me dolió. Saber que le puso MI nombre unido al que desde que nos conocimos y casamos habíamos elegido para "nuestra hija"... me partió en dos.
No logro comprender hasta ahora si lo hizo por nostalgia, por maldad, a propósito, para lastimarme o nomás porque sí.
Lo que más me confunde es que su joven esposa lo haya permitido. Supongo que ella inocentemente no sabe cómo me llamo yo, su ex mujer y obviamente desconoce que alguna vez "nosotros" visualizamos a "nuestra" nena con ese nombre, pero la mamá era ¡yo! no ella.
En fin. Eso ya pasó y no ha sido más que una raya más al tigre, una piedra más en el camino, otro trago amargo, la cereza del pastel, el punto final.
Después de eso, cuando regresé a casa caí en una profunda depresión. Una tristeza disfrazada en la que no me permití a mi misma llorar ni quejarme. Simplemente dormía horas y horas, me mantenían sedada para evitar que me moviera y más dolor. Y en mis momentos de lucidéz no dejaba que nadie me viera mal, sonreía todo el tiempo y animaba a mis padres, les decía que iba a estar bien y afortunadamente lo estoy logrando.
Ante todos sigo siendo la misma guerrera que no se deja vencer.  La misma mujerzota valiente que ha caído mil veces y siempre se vuelve a levantar. Esta vez lo volví a hacer, pero creo que fue más por orgullo y necedad que por fortaleza.
Pero aquí en mi interior, cuando me quedo sola en mi habitación sigo siendo un animal herido.
Sigo analizando mis tropiezos, padeciendo las consecuencias de mis malas decisiones del pasado, lacerándome psicológicamente por mis errores y tratando de construirme un presente un tanto mejor.
En el futuro ya mejor ni pienso, porque como buena codependiente tiendo a elucubrar y termino imaginando historias fantásticas donde soy infinitamente feliz y plena, pero esa realidad la mera neta nomás no llega, ni siquiera se vislumbra.
En estos dos años he conocido diferentes hombres, he salido con varios, me he dado permiso de intentar pero la verdad de todos no se hace uno.
El problema no son ellos, soy yo. No sé si elevé mis expectativas, si necesito demasiado o simplemente me autosaboteo, la cosa es que termino huyendo en cada intento.
Eso será tema de otro día. Por hoy es suficiente. 
Mi quehacer ahora es solo eso, sostenerme en pie y seguir andando, un paso a la vez, poco a poco sin prisa, pero sin pausa.
Sigo día con día luchando con mi codependencia, mirándonos de frente y dándonos de cachetadas.
A veces creo que soy mi enemiga, pero también mi aliada, mi veneno y mi antídoto. Mi problema y mi solución.
Soy una simple mortal con una vida llena de retos. Ahora me tocó este y pues vamos, adelante... ya qué.
Gracias por volver a leerme.
Paty, codependiente en recuperación.