"Un mar en calma nunca hizo experto a un marinero".
Hoy estuve vaciando fotografías de mi celular y me quedé muy sorprendida de todo lo que he hecho y vivido los últimos seis meses.
Ha cambiado tanto mi vida en tan poco tiempo. Hace seis meses, a principios de año se fue mi ahora ex esposo e inicié esta aventura en solitario, donde primero me parecía una situación terrible el encontrarme sola.
Tenía tantos miedos, tantas culpas. Me sentía tan abandonada y con tanta vergüenza en mi corazón. No quería que nadie supiera todo lo que había en mi interior. Que nadie conociera mi historia de fondo, que nadie se enterara que todo me había salido mal, que mi matrimonio era una farsa.
Fueron meses completamente sola, sin nadie que me esperara, la cama se me hacía gigante, fría, vacía. Empecé entonces a vivir en silencio.
Dejé de escuchar música porque todo me movía los sentimientos. Cualquier frase, cualquier canción me dolía. También apagué la televisión, no quería oír nada ni a nadie. Sólo me dediqué a trabajar y leer todo lo que no había leído en años.
En las noches dormía hasta altas horas porque sentía paz con tanto silencio acompañada sólo de cualquier libro o mi computadora.
De pronto, las mismas necesidades de trabajo me hicieron empezar a viajar, me dieron otro nombramiento y empecé a ir a juntas importantes, a tratar con gente de mucho nivel, me ha tocado entrevistar gente muy interesante.
Al ver mis fotos me di cuenta de todo esto, la gente nueva que he conocido, los lugares que he visitado, las actividades en las que he participado. Y al ver mi rostro vi que poco a poco empecé de nuevo a sonreír.
Hoy me di cuenta que he enfrentado y vivido cosas que jamás imaginé hacer. Voy al cine sola, por primera vez en mi vida subí a un avión y viajé hasta el otro lado del país para ir a una playa sola, donde pasé unos días muy hermosos.
También he aprendido a disfrutar largas caminatas, hace justamente seis meses me quedé sin auto y aunque al principio tener que usar el transporte público era una calamidad hoy me parece algo natural que no me agobia en lo absoluto, además me gusta porque aprovecho ese tiempo para leer, siempre llevo algún libro conmigo.
Además aprendí a meditar cuando camino y conectarme conmigo, a disfrutar la brisa en mi cara, ver el paisaje, los rostros de la gente y me gusta ver como se transforman cuando les sonrío y saludo aunque no los conozca.
Me agrada ver sus caras de sorpresa y como un gesto a veces de angustia se convierte en una ligera sonrisa tímida y me devuelven el saludo aunque no me conozcan, me gusta siempre dar gracias al conductor del transporte cuando llego a mi destino y ver cómo se sorprende porque no es común que los pasajeros agradezcan sus servicios.
Estoy haciendo un esfuerzo para caminar con la frente en alto, la espalda derecha y el estómago firme. Cuando tomo conciencia de mi postura siento que mi energía fluye y no me canso. Cuando de pronto mi espalda "repela" o me duele algo empiezo a repetirme en mi interior: "no pasa nada, yo soy salud"... y como por arte de magia, la molestia se va.
Aún me queda un largo camino para aprender a controlar mis emociones, a conocer el proceso de mi mente para poder dominarla pero con gusto veo que en seis meses cambió mucho mi vida.
Hoy soy una mujer libre, recién divorciada, reconciliándome conmigo, conociéndome, recordando qué me gusta, qué quiero para mi. Me doy todos los gustos que puedo, me voy de paseo a donde quiero, además me he hecho a mí misma muchos regalos, todos los que no me hice en años, me compré un buen perfume, bonita ropa, lindos zapatos y muchos libros que hoy por hoy es mi mayor placer.
También mirando atrás me doy cuenta que durante años me tocó vivir situaciones muy dolorosas, pero en tan sólo seis meses Dios me ha dado muchas recompensas que no imaginé.
Logré vender mi auto viejo, mi hermano me regaló una computadora, hace poco me gané una tablet, cambié de celular, recién me regalaron una bolsa que ni en sueños me habría yo comprado, por fin hice un viaje en avión y conocí la mejor playa de mi país y me hospedé en un hotel de lujo.
Son cosas materiales, igual que las que he comprado sin embargo estas que enumero fueron verdaderas sorpresas que me las dieron otros y me llegaron sin esperarlas, porque durante mucho tiempo sacrifiqué todo por otros y no había nada para mi.
Pero lo mejor de todo es la gente nueva que he conocido, han llegado verdaderos ángeles a mi vida, las personas que integran el grupo de Codependientes Anónimos al compartir sus historias tocan mi corazón sin saber y he aprendido mucho de cada uno de ellos.
Además me he ganado la amistad de mujeres valiosas que aunque son muy distintas me han ido apoyando cada una a su manera, no somos un grupo, a todas las conozco por separado pero cada una hace aportaciones importantes para mi recuperación y me han demostrado mucho cariño.
Hoy valoro mucho a mi familia, mis hermanos, primos y tíos se han mantenido prudentemente a distancia de mi situación, me dejaron tomar mi decisión y la han respetado en todo momento, se han limitado a escucharme y externarme su incondicional apoyo.
Mis padres me arroparon de nuevo en su casa, me recibieron como si nunca me hubiera ido. Y aunque sigo sintiéndome ajena y extraña luego de 11 años de no vivir a su lado cada día ellos hacen esfuerzos para que me sienta en casa, respetan mucho mi espacio y siempre están ahí para escucharme y consolarme si es necesario.
Conocer a mi amigo "Salvador" ha sido lo mejor que me pasó en los últimos meses, fue como el brazo fuerte que me salvó cuando estaba a punto de tocar fondo.
Su incondicional apoyo y paciencia han sido fundamentales para que yo tenga la fuerza para avanzar y estoy agradecida infinitamente por su presencia en mi vida. Dios me permita no seguir cometiendo errores y que la amistad entre nosotros siga creciendo para bien de los dos.
Hago este recuento de todo lo positivo porque es justo, porque descubrí que hoy me siento en paz. Hace meses decidí vivir en silencio porque no soportaba las canciones románticas ni las historias de la televisión. Hoy adopté el silencio como mi aliado.
Me gusta estar en silencio porque descubrí que me ayuda a conectarme conmigo. Disfruto mucho los sonidos del amanecer, oír los pájaros y cuando el mundo empieza a moverse. Durante muchos años trabajé de noche, por lo que era completamente ajena a los amaneceres.
Hoy con el cambio de trabajo me levanto junto con el sol y me tomo unos minutos para escuchar, para dar gracias por vivir, para oír como pasa la gente por la calle. Me gusta salir temprano de casa y caminar hasta la parada del bus mientras siento la brisa fresca en mi cabello.
Disfruto de verdad el silencio, los sonidos naturales, sin televisión, sin radio, sin nada. De vez en cuando conecto mis audífonos y escucho un poco de música suave. En mi trabajo prefiero poner música para concentrarme y meditar, me siento tan en paz.
Eso es lo que he descubierto hoy por hoy en el silencio encontré la calma. Dejé de escuchar el exterior y empecé a escucharme a mí misma. A conocer mis sentimientos, mis emociones, a reparar los daños.
Hoy siento como si mi tormenta ya pasó. Siento como dijo el admirado Mario Benedetti... una "calma chicha", que según la definición del diccionario, esto es cuando el mar está en completa quietud.
Así me siento sólo por hoy, en "calma chicha". Ya no hay viento fuerte que altere mis aguas. No quiero buscar problemas donde no los hay.
Gracias a Dios tengo un buen trabajo que haré todo lo posible por conservar, tengo salud, cuento con mi familia, aunque mis amigos verdaderos no son muchos he recibido mucho apoyo y comprensión y eso me da tranquilidad.
No quiero pensar más en lo que no tengo, en lo que perdí, en lo que no tendré. Le pido a Dios cada día en mi oración que me de Serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, Valor para cambiar lo que sí puedo... y Sabiduría para conocer la diferencia. Este es mi manual, mi plan de vuelo.
Caminar sin esperar nada, ni bueno, ni malo. Aprender a vivir sin apegos. Avanzar con quien quiera acompañarme, disfrutar de quienes quieran estar cerca y dejar ir con amor a quien deba marcharse.
Estoy cansada de sufrir. Ya fue suficiente. No quiero seguir concentrada en mis penas, en mi dolor, en mis tropiezos. Sólo por hoy quiero vivir sin miedo, vivir los días así... uno a la vez y agradecer por el simple hecho de despertar.
En mi recuento me sorprendí de que hoy es el mañana que ayer tanto temía. Y es mejor de lo que jamás esperé.
Aún hay cosas que me duelen. Sigo siendo codependiente pero cada día comprendo más mi problema y sigo luchando por mejorar, por sanar mis heridas, por no tomarme a mí misma tan en serio ni analizar tanto las reacciones de otros hacia mí.
La enfermedad del alma que padezco a veces hace que crea que el mundo es una confabulación en mi contra, pero no es así. Sólo son circunstancias que me tocó vivir. Lecciones que Dios me dio a mí o que le quiso dar a otros a través de mi.
Al volver la vista atrás veo mis huellas y el camino andado y me siento orgullosa de mi misma. Porque aunque el sendero hacia mi recuperación ha sido muy oscuro y doloroso y me he caído y vuelto a comenzar muchas veces, no me he detenido.
He seguido con valor, sin echarme para atrás. No he faltado a mis reuniones de Code para aprender los 12 pasos del programa de recuperación, he devorado libros sobre dependencia emocional, apego y desapego, autoestima y superación.
Me falta aprender más de metafísica y meditación, pero ya estoy en ello, buscando textos para comprender mi mente y entender porqué actúo así y cómo controlar mi ansiedad, mis miedos, mis emociones y no que ellos me controlen a mi.
Quizá mañana estaré de nuevo llorando, dándome de topes en la pared por algún otro error o tendré alguna recaída, pero sólo por hoy disfruto mi calma chicha... siento que mi tormenta ya pasó.
Es bastante probable que en el viaje haya de nuevo alguna otra tempestad, pero como la frase que incluí aquí al principio que dice: "Un mar en calma nunca hizo experto a un marinero", así yo aprenderé a timonear y no dejaré que se hunda mi barco y si sucede pues aprenderé a naufragar.
Gracias Dios mío por esta paz que hoy siento en mi corazón.
Soy Paty, codependiente en recuperación.