"... Y soy en verdad una marioneta
que tiene careta de felicidad
que sale a la escena
con el alma muerta
pero tiene oficio
de saber cantar".
Cuando creo que por fin empiezo a ver la luz y que estoy avanzando para salir del profundo pozo de mi codependencia es cuando algo sucede y vuelvo a caer hasta el fondo.
que sale a la escena
con el alma muerta
pero tiene oficio
de saber cantar".
Cuando creo que por fin empiezo a ver la luz y que estoy avanzando para salir del profundo pozo de mi codependencia es cuando algo sucede y vuelvo a caer hasta el fondo.
Es sentir de nuevo esa sensación de vacío. Ese vértigo e incertidumbre de que entrará más dolor, ese volver a comenzar una y otra vez, más cansado, más vapuleado, más roto por dentro.
En un afán de encontrar alivio a tantos golpes emocionales huí de nuevo de la ciudad, esta vez a un hermoso pueblo cercano donde vive un amigo que amablemente me abrió las puertas de su hogar y me dejó refugiarme ahí a descansar, a tomar un respiro, lamer mis heridas y tomarme un tiempo sólo para mi libro y para mi.
Entre las pocas charlas que pude tener con mi amigo que es como un espejo que siempre me está analizando y no siempre me gusta el reflejo... porque es muy duro, a veces quisiera que me proyectara algo más positivo y no sólo mi enfermedad emocional.
Sé que él esta pendiente de mi, pero a veces siento que ya no ve más allá de mi que mi codependencia, que se le olvida que también tengo cosas buenas y que también me gustaría oírlas para fortalecerme... pero no lo hace porque eso sería alimentar mi problema porque eso sería un refuerzo y ahí está la contrariedad y complejidad de esto, que aunque es justo lo que me hace sentir bien, que es como mi medicina... es también mi veneno.
Aunque sus palabras son sinceras duelen... duelen mucho. Ese día me dijo: "Lo que pasa es que tú no puedes vivir sin alguien que te mueva los hilos".
Cuando lo escuché sentí como si una espada atravesara mi alma de lado a lado, como si me hubieran cortado la cabeza, como si me hubieran aplastado de un golpe como a una cucaracha. Me hizo contener por instantes la respiración... fue duro y directo.
Me imaginé a mi misma como una marioneta rota, ahí tirada, con los hilos colgando... sin alma, sin vida, sin corazón, me quedé muda unos instantes.
Eso es justo en lo que nos convertimos los codependientes, en marionetas de alguien más. Y cuando ese alguien ya no está nos quedamos ahí, inertes sin saber qué hacer.
Y fue en ese momento que me sentí caer de nuevo al vacío. Vino a la boca de mi estómago ese vértigo que sientes cuando caes. Sentí el golpe en el alma. Y ahora sigo aquí debajo, otra vez a oscuras, buscando de nuevo las herramientas y respirando lento para tomar fuerzas.
Estuve viendo algunos videos y entrevistas de expertos que hablan sobre dependencia emocional y entendí que debo alejarme. Me declaro impotente para controlarme a mi misma, a mis deseos, a mis emociones, no puedo, de verdad... no sé como comportarme.
Me siento muy avergonzada de mis errores, de no saber manejar mi vida, de no saber cómo mover mis propios hilos, de no tener fuerza para levantar mi cabeza para ver la luz.
Sin embargo, a pesar de todo he tenido dos días llenos de paz. He leído mucho y me concentré en mi trabajo como nunca, avancé en unas horas lo que no había hecho en semanas.
Volví a este espacio donde creí que no tenía más qué decir, creí agotada mi inspiración, a este rincón donde ni siquiera tengo lectores, ya que al creerlo mi compañero en esto sólo con él lo había compartido pero creo que no tiene tiempo o interés en leer mis reflexiones.
Hoy fui a mi reunión de Codependientes Anónimos y compartí que no tengo "madrina" y que quizá la necesite, que "autoamadrinarme" no me está resultando.
Según el libro que leí este fin de semana de Jorge Bucay, "El Camino del Encuentro", para que una relación de dos personas funcione, debe haber una mesa de tres patas que la sostengan, que son el afecto, la confianza y la atracción.
Para tener una pareja debo tomarlo con calma... sé que soy una buena mujer y merezco tiempo, espacio, atención, cortejo, detalles, compañía... exactamente lo mismo que yo estoy dispuesta a dar, aunque aún no sepa cómo hacerlo sin hacerme daño.
Por ahora, como no tengo quien me lo dé, pues no queda más que ser buena conmigo y seguir mi camino por conocerme y aprender a quererme. El camino cada vez me resulta más largo y sigue pintando a que es un sendero muy solitario.
Soy Paty, codependiente en recuperación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario