sábado, 24 de agosto de 2013

¿Se me secó el corazón?


"Sin ti las emociones de hoy 
no son más que la piel muerta 
de las emociones de ayer"...

Pues sigo como anestesiada... tengo días envuelta en una avalancha de trabajo que no me deja pensar en casi nada que no sean mis compromisos laborales.

No conforme con tener un trabajo fijo de 8 horas (es un decir, porque me exigen disposición las 24 horas), tener un pequeño negocio on line que me requiere también una inversión de tiempo y creatividad... me atreví a dar el sí para impartir clases de redacción en una Universidad.

Lo que más me gusta es que cada vez más mis actividades giran en torno a escribir, que es lo que más amo. Vivir rodeada de letras, frases, ideas que aprendo de otros y transmito a través de los espacios donde me permiten publicar, cada día descubro más lo que me gusta escribir, sin embargo me sigo alejando de escribir para mi.

En este momento me encuentro agotada, es de madrugada pero necesito expresarme, sacar mi "veneno". 

Sigo sola. Mi mundo sigue lleno de trabajo pero ausente de afectos y de dolores.

Este estado emocional tan extraño me confunde. Este no sentir nada no me gusta. ¿Dónde están mis emociones? ¿A dónde se fue mi sentir? ¿Por qué ya no siento amor, rencor, tristeza, miedo, angustia, rabia... ni siquiera dolor?

¿Es acaso que se me secó el corazón? ¿de verdad se me terminaron las lágrimas? ¿A dónde se fue mi risa? Hace tanto tiempo que no escucho mis propias carcajadas tan peculiares por escandalosas... ¿qué apagó el brillo de mis ojos?

Me veo en el espejo y me veo distinta. Hasta siento que envejecí. Sigo bajando poquito a poco de peso y ni siquiera estoy a dieta, simplemente es porque trabajo demasiado, camino mucho porque sigo sin auto y como poco. 

La mayoría de las veces porque no me da tiempo para comer, otras porque se me olvida... no sé que sucede, no tengo hambre, ni antojos, ni ganas de comer nada. Sólo bebo mucha agua y ando de aquí para allá resolviendo pendientes o paso horas clavada tras el monitor escupiendo letras.

Ando como un zombie... ¿dónde quedó mi entusiasmo? ¿esas ganas de comerme al mundo? Las últimas semanas además del trabajo me di tiempo de salir, de conocer gente nueva pero aún así no pasa nada.

Me dejo llevar como hoja al viento, me invitan y si tengo tiempo voy. Estoy ahí, pero mi mente y mi corazón no están. No sé a donde se fueron. 

Por insistencia de una amiga hace días conocí a un primo suyo, es un ingeniero constructor de 45 años, es un buen hombre, igual de solitario que yo... igual de herido que yo. Salimos una vez, es guapo, educado, tranquilo... pero no sentí "click".

Aunque parece que él sí lo sintió porque me ha estado buscando para una cita, dice que le gusté mucho, que me admira, que le parezco muy inteligente, culta, fina... (dijo: ¿fina? jajjaa) 

La verdad no me he decidido a intentarlo, por ahora me ando escudando en mis múltiples ocupaciones. Me cae bien, pero no tengo ganas de iniciar nada con nadie. No creo que éste sea un buen momento. 

Desde que mi esposo se fue me siento un poco vacía. Algo de mi se fue con él. 

He seguido en la rehabilitación como codependiente. Me he dado el tiempo necesario para continuar, a pesar de mi trabajo, mi negocio y mis clases, hay un día a la semana que dedico una tarde entera para mi sesión. Para aprender más de los doce pasos y compartir.

A veces me cuesta por el cansancio, porque es la única tarde libre que tengo, pero me obligo a ir, le pongo voluntad porque todo es por mi bien.

Ahora no sé qué es esto que me envuelve. Nunca había conocido la paz emocional, la serenidad del espíritu y no sé si es esto lo que siento.

Lo que sé es que los días pasan muy rápido y la verdad no me siento feliz. Esta calma chicha ya se prolongó demasiado. Quisiera encontrar de nuevo la chispa, la emoción, la risa.

Pero no sólo reír por reír... quiero sonreír desde adentro.

Esa sonrisa que hace unos meses me brotó desde el alma. Esa que me hacía sentir una vibración interna, una cosquillita que me encendía un motor, una flama, una energía bien especial que me inundaba toda por dentro.

Esa que me movía a estar de buenas todo el día, esa que contrariaba a todos porque se supone que ¡me estaba divorciando! Mi cara toda sonrisa y mis ojos por demás brillantes no correspondían con el momento que estaba viviendo. 

Pero fue precisamente esa energía tan hermosa, ese brillo interno el que me permitió atravesar toda esa tormenta y salir victoriosa, esa inusitada fuerza y amor por mi misma no se ha ido. Me sigo queriendo, de hecho cada día me quiero más. Sigo enamorada de mi. 

Me gusta mucho cómo soy. Me siento de verdad muy orgullosa de mi. De mis logros, de mis alcances. De mi forma de ser, incluso de mi físico. 

Amo mi rostro porque es especial, es único, es bello, es armónico, tengo bellas facciones, con cejas muy definidas, ojos grandes y expresivos de una intensa mirada café oscuro y mis labios con todo y su eterna curvita hacia abajo, son lindos.

Hoy acepto mi cuerpo tal cual cómo es, porque ha resistido batallas muy duras y me tiene aún con vida. Y aunque es de talla grande, es bastante femenino, lleno de curvas y armonioso. Sí... me gusta.

Creo que voy avanzando en mi proceso de sanación emocional. Por lo menos se fue el intenso dolor que me partía por dentro. 

El sentir que extraño la compañía de mi ex y tener la fuerza de voluntad para no buscarlo por dignidad, por congruencia. Es un verdadero reto dominarme a mí misma y no dejarme llevar por la nostalgia.

Pero es un dolor extraño, suave... resignado. Como un suspiro incompleto. Como una zozobra. Un hueco en el estómago. En el alma.

Pero yo sigo preguntándome ¿qué me pasa? ¿dónde están mis emociones? ¿a dónde se fue mi corazón? ¿A dónde se fue mi risa? ¿Acaso se fueron con él?

Más que extrañarlo a él... extraño mucho la mujer que era cuando estaba a su lado en los primeros años, me sentía segura, feliz, tranquila, serena, ilusionada, divertida, entusiasmada... con chispa.

Quiero volver a ser esa mujer maravillosa y llena de fuerza interna y de luz que siempre resurge de las cenizas.

Hoy tengo que reestructurar esta nueva realidad de estar sola yo, conmigo. Esta verdad donde no tengo a nadie, sólo a mí.

Donde la responsabilidad de cuidar de mi persona recae única y exclusivamente en mí. Y no sólo vigilar mi salud, mi bienestar... también despertar de este letargo emocional en el que me estoy estacionando.

Seguiré buscando la forma de encender la chispa. No puedo seguir apagada. Clavada sólo en los libros y escribiendo. Evadiéndome de los demás para no dar explicaciones.

Recordar que debo trabajar para vivir... no vivir para trabajar.

Tengo que ver la manera de equilibrar las cosas porque si no moriré de cansancio... y de soledad.

Empieza a pesarme estar sola. Rodeada de mucha gente que me ama. Mis padres, mis amistades, mis compañeros del grupo de rehabilitación... pero no puedo evitar sentirme así... sola con un huecote en el alma, con el corazón seco.

Ya volverá la alegría, el regocijo por vivir. Mientras seguiré serena... navegando sin rumbo, sin dirección, sin planes... viviendo los días uno a la vez, sólo dejándome llevar.

Por fin le entregué las riendas a Dios y él me sigue sorprendiendo. La propuesta de dar clases era un sueño de hace años y llegó así, de la nada, sin buscarlo, sin pedirlo, sin esperarlo. 

Dejé ir con amor a los que amo y aunque los extraño me siento en paz porque hice lo correcto. Porque nunca más mendigaré cariño ni aceptación. Porque nunca más seré tapete de nadie... ni siquiera en nombre del amor.

Confiaré en Dios que en algún momento me dará motivos para que vuelva la sonrisa y el brillo de mis ojos.

Pondré mi voluntad desde hoy para disfrutar cada momento, cada persona, cada situación. Porque nada volverá. Todo es temporal y pasajero, lo bueno, lo malo.

No quiero esperar nada, la vida es hoy, cada instante. No es necesario que nadie esté junto a mí para disfrutar la vida.

No debo esperar a tener una pareja para sentirme completa y feliz. Yo estoy entera. No me falta nada... tengo salud, tengo un muy buen trabajo, tengo a mi familia, tengo amistades, ahora tengo alumnos, tengo clientes en mi negocito, tengo también lectores que me hacen el favor de regalarme su tiempo para atender mis escritos.

Mi vida es buena, dejaré de autosabotearme y de autovictimizarme. No pensaré más en lo que no tengo, en lo que me falta, en lo que ya se fue.

Doy gracias a Dios porque ya no hay dolor. Doy gracias porque me rodea el amor. Doy gracias porque he aprendido a amarme a mí misma. Doy gracias porque vivo, porque respiro, porque despierto, porque tengo un cerebro y un corazón que aunque ahora está como seco... sigue latiendo fuertemente.

Me concentraré en lo que tengo y en lo que vivo minuto a minuto, planeando sólo lo que debo por cuestiones laborales y lo demás lo dejaré igual en manos de Dios.

Nadie mejor que él para llevar el timón de este maltrecho barco que sigue a la deriva.

Me daré la oportunidad de aprender a disfrutar... sólo por hoy.

Soy Paty, codependiente en recuperación.
















2 comentarios:

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