"Estar enamorado
es recobrar la llave oculta
que abre la cárcel
en que el alma está cautiva".
Hace apenas unos cuantos meses que lo empecé a sentir y ni cuenta me dí.
Es algo que me hizo voltear los ojos hacia otra dirección. Luego de tanto dolor y tantas lágrimas, el empezar a sentirme enamorada me hizo querer ver la luz al final del túnel.
Fueron años de malas experiencias, tropezones, sentirme insatisfecha todo el tiempo. Siempre ocupada y preocupada por resolver situaciones ajenas a mí, por trabajar de más para conseguir dinero para pagar deudas que no contraje, compromisos que nunca tomé, responsabilidades que no me tocaban.
De pronto, hace algunos meses me encontré con una mirada diferente. Unos ojos llenos de ganas de vivir y me enamoré.
Empecé a querer verlos todos los días, reflejarme en ellos y descubrir que provocaban en mí un efecto que se transformaba en sonrisa.
Fue como me dieron ganas de arreglarme de nuevo, de comprar ropa que me quedara mejor, más color, más cuidado en mi persona.
Apenas hace tres meses volví a la estética luego de casi un año de no pasar por ahí, pedí me arreglaran mi cabello y volví a ser yo, empecé a voltear los ojos hacia mi.
Cuando mi esposo se fue hace medio año el mundo se me vino abajo, mi corazón quedó con un vacío que no sé cómo explicar, pero de pronto de la nada empezó a latir de nuevo y a querer complacer al nuevo objeto de mi amor.
Y así, una mañana luego de un viaje corto a una ciudad vecina regresé cargada de energías y empecé a sentir por primera vez este amor y dije, sí... me voy a enamorar.
Decidí darme permiso de amar, de hacer cortejo, de dar regalos, de complacer, sobre todo de dar tiempo y espacio para conocer con la debida paciencia qué le gusta, qué quiere, qué necesita... y dárselo.
Estar enamorada es una fuerza que te estimula a levantarte cada mañana y ver de qué manera buscarás un momento de felicidad hoy.
Lo confieso... fue este nuevo amor el que me impulsó como un resorte a dejar atrás mi pasado tormentoso.
Fue esta fuerza interna la que me provocó el valor para salir del hoyo en el que no supe cuándo ni cómo me caí.
Es este nuevo sentimiento el que me hizo seguir adelante hasta el final, el que me ayudó a no ceder ante las súplicas de mi ex de que no lo dejara.
Fue este amor el que me dio la claridad para no rendirme y terminar con todo mi proceso de divorcio sin dar marcha atrás. Fue esta esperanza de ser correspondida la que me hizo alcanzar una fortaleza, serenidad y asertividad que no tuve jamás.
Y de pronto me di cuenta de que eso era lo único que me hacía falta para alcanzar todas mis metas, para valorar lo que tengo y dejar ir lo que no me toca.
Encontré toda la ternura, paciencia, consejos y cariño que siempre anhelaba en donde menos lo sospeché... Con este nuevo romance que empiezo a disfrutar cada día más me he conocido mejor que nunca a mí misma.
Descubrí que soy una mujer más inteligente de lo que pensaba, el otro día leí mi currículum y me sorprendí, nunca había valorado todo lo que he hecho, la experiencia que tengo como profesional, las importantes tareas que he desempeñado y me felicité por ser quien soy.
También me miré al espejo y me di cuenta que gracias a este nuevo amor me encontré hermosa, por primera vez en muchos años me gusté... miré poco a poco cada parte de mi y me agrada lo que veo.
Soy una mujer distinguida, alta, sí con unos kilos de más pero bastante bien distribuidos y que forman unas curvas que hacen voltear a más de uno.
Tengo una mirada poderosa porque miro directo, sin miedo y muchas veces la gente baja la mirada ante mi porque sé que impongo, pero también sé contagiar una sonrisa.
Me gustan mis manos, empiezo a amar a mi rizado y siempre alborotado cabello, cada día le saco mejor partido, descubrí que me gustan muchas partes de mi.
Reconozco que hay mucho que mejorar pero soy una mujer completa, perfecta, sana, todo en mí funciona bien. Tengo mis brazos, mis piernas, mis ojos... aunque un poco miope pero nada que no resuelvan mis lentes de contacto.
En el camino de la vida perdí mi matriz pero eso no me hace menos, soy tan mujer como cualquiera. Sé amar con ternura, pero también con pasión.
En el camino de la vida perdí mi matriz pero eso no me hace menos, soy tan mujer como cualquiera. Sé amar con ternura, pero también con pasión.
Descubrí que todo en mi es perfectible y trabajaré en ello. Mi cuerpo y mi alma están en mis manos, yo tengo la llave de este motor.
Y me dieron todas estas ganas de cuidar de mi, voltear los ojos hacia mí, porque me enamoré... porque quiero dar lo mejor, quiero estar bien para mi nuevo amor.
Aprendí que no estoy sola... que estoy conmigo y que mi compañía vale. Cada día me caigo mejor, me saco a pasear, me llevo al cine, me acompaño a ver algún espectáculo, voy conmigo a caminar, me doy el lujo de elegir qué comer y a dónde ir sin consultar con nadie.
Le he tomado mucho el gusto a viajar, a leer, a escribir, a meditar, a estudiar los pasos de mi programa de Codependientes en recuperación, a escuchar a otros, a empaparme de sus historias, a ser más solidaria, aprendo de los demás y me dejo ayudar.
Voy poco a poco pero cada día me siento mejor, más segura, menos temerosa.
Hasta hace algunos meses tenía tantos miedos acumulados. Me faltaban tantas cosas por hacer. En muy poco tiempo mi vida dio un giro de 360° y empecé a experimentar muchos cambios, todo nuevo.
Hoy disfruto cada reto, cada día, despierto dando gracias por respirar, por vivir un día más. Trato de ya no concentrarme en lo que me hace daño, en quitar por fin el dedo de la llaga.
Quiero sólo pensar en positivo, en vivir sólo por hoy, sin apegos, dejando ir, fluyendo en calma. Tratando de no ofenderme de más por situaciones que quedan fuera de mi alcance. Aprendiendo a ser paciente con los demás. A aceptar que el único control que tengo es sobre mi.
Estoy soltando poco a poco las riendas de mi vida a Dios, que sea él quien conduzca mi carruaje, que sea él quien decida qué es mejor para mi, sin tener yo qué decirle si le da a la derecha o a la izquierda.
No quiero elucubrar más, no quiero imaginar situaciones que no existen, contestar diálogos que no se han dado, resolver conflictos que no se han presentado. Gozar por una felicidad que no ha llegado, engañarme a mí misma haciéndome creer que el amor para mi debe venir de otro corazón que no es el mio.
Necesito aprender a no jugar en el tiempo, a no pensar más en el pasado ni en el futuro, a concentrarme en el hoy, en este momento en que me inspiré en esta reflexión y por la que me levanté a las 6:00 de la mañana, tomé la computadora y empecé a escribir.
Ahora debo irme a trabajar, hay un mundo de actividades que me esperan y que desempeñaré con mucho gusto, pero no me iré sin decir de quien me he enamorado... sin confesar mi más hermoso secreto.
Esos ojos llenos de ganas de amar que encontré hace tres meses y que me empezaron a impulsar a querer luchar por mí misma... son los míos.
Me he enamorado... de mí.
Estoy en plena conquista, en pleno romance, tratándome bonito, consintiéndome, dándome muchos regalos, quedando bien conmigo, arreglándome para mí.
Este es mi nuevo amor, el que me hace escucharme a mí, dedicarme tiempo y estar en paz.
Cuando logre por fin comprender más sobre mí misma, entonces abriré mi corazón y quizá haya espacio para alguien más, por ahora aquel vacío que me quedó lo llenaré sólo de mi, sin embargo no me cierro... me dejaré acompañar a ratos, disfrutaré con amor de quien desee estar a mi lado y disfrutar también de mi.
Quizá con el tiempo pueda conquistar otro corazón además del mío y entonces compartiré todo este amor tan grande que soy capaz de dar, pero ahora lo haré de forma más mesurada, sin dejar de amarme a mi.
Sólo por hoy me amo a mí y ahora me pondré bonita y me iré a trabajar por mí y para mí, ¿si no de dónde saco dinerito para seguirme consintiendo?
Hace poco perdí toda mi cosecha, seguiré con amor preparando mi terreno para volver a sembrar.
Dios mío, no dejes que se me acabe este inusitado amor que de pronto siento por mi.
Sólo por hoy.
Soy Paty, codependiente en recuperación.
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