martes, 9 de julio de 2013

Elucubrar



Elucubrar v. tr.
1   Pensar con intensidad sobre un determinado problema para establecer conclusiones y soluciones. lucubrar.
2   Especular o imaginar cosas sin tener mucho fundamento.

FUENTE: Diccionario RAE

Por un momento pensé que ya no tenía mucho que aportar sobre mi vida y mi camino por la dependencia emocional, sin embargo soy humana y bueno, me di cuenta que a pesar de mis constantes esfuerzos por salir adelante sigo dando de topes en mi salida del túnel.

Aún me cuesta mucho trabajo controlar mi mente y no elucubrar... elucubrar... esa palabrita que aprendí hace apenas unos cuantos meses y que resulta que es algo que he hecho toda la vida, significa (según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española) pensar con intensidad sobre determinada situación, especular o imaginar situaciones sin fundamento.

No sé si soy demasiado creativa o será que me sembraron mucho miedo a todo en mi infancia... o es combinación de las dos cosas. 

Para mi padre la prevención era un tema básico, siempre nos hacía imaginar todo tipo de escenarios para solucionar situaciones, nos hacía pensar que pasarían cosas malas y debíamos saber cómo resolverlas, así que todo el tiempo nos decía... "si pasa esto, hay que hacerle así" y nos prevenía de cosas, que la verdad... nunca sucedieron... o si ocurrieron definitivamente no nos acordamos de la posible solución o manera de evitarlo justo cuando pasó.

Y entonces venía el "teee looo dijeee" con su consabida regañadota por no habernos prevenido, por no hacer caso, porque él no quería que nos pasara nada malo y nosotros ahí de tercos ahí vamos a arriesgarnos.

Por eso me tenían de niña en mi burbuja de cristal, encerradita todo el tiempo mientras regresaban de trabajar, por cuidarme y de todas formas en una breve salida un tipo me hizo daño y obviamente callé porque sentí culpa, porque no obedecí y salí de casa sin avisar... bueno, es que no había nunca nadie a quien pedirle permiso ni quien me acompañara y temí que si contaba lo sucedido me diría mi papá el "te lo dijeeee" y regañaría a mis hermanos mayores por no cuidar de mi y pasársela jugando o metidos en sus tareas o deportes.

Así, esas largas horas en las que me la pasaba solita y encerrada pensaba mucho, en qué iba a hacer si alguien se metía a la casa, si me salía un ratón por la coladera, si me hallaba una cucaracha, si llovía y se iba la luz.

También al no tener contacto le empecé a tener miedo a la gente, no sabía qué decir y siempre estaba callada. Y en mi mente imaginaba que platicaba con ellos lo que no me atrevía a decir en vivo y a todo color.

Luego cuando alguien me insultaba o me hacía daño siempre me callaba, hasta la fecha me cuesta mucho defenderme o manifestar mi molestia o rabia, se me hace un maldito nudo en la garganta que me quiebra por dentro y me desarma por completo.

Mi mente rueda y vienen miles de ideas de respuesta que se me agolpan en la cabeza y salen como cascada por mi lengua, pero cuando ya no hay nada qué hacer... cuando ya no tengo a mi oponente frente a mí... ¿ya para qué?

Me falta asertividad. Tengo 38 años y aún me cuesta mucho defenderme en el plano personal, me cuesta decir no, poner límites y mandar al carajo cuando debo hacerlo.

En lo profesional voy mejorando, ya no permito que me carguen trabajo de más, he aprendido a organizarme y sobre todo a delegar, a dejar que la gente que tengo a mi cargo me ayude, a que propongan, resuelvan por mi... he ido soltando el control poco a poco.

Pero en lo privado, en lo íntimo... sigo siendo una cobarde.

A veces quisiera sacar ese alacrán que tengo en el alma y que cuando quiere puede ser el más ponzoñoso y defenderme con la valentía de una leona... pero con la elegancia de la dama que soy. 

Son defectos de carácter que tendré que pulir poco a poco, además soy una persona de paz, no soy peleonera. Siempre trato de ser conciliadora, prudente, aunque sí me falta más firmeza sobre todo para decir no y manifestar mi molestia.

Quizá no lo hago por miedo, ¿a qué?... mmm aún no lo sé. Tal vez a que la persona cambie su concepto de mi, a perderla, a lastimarla o ¡a que me aplaste con una sola mano! Jajajaja son tan absurdos mis miedos.

Pero es que de niña mi mamá con una sola mirada y con la cara completamente adusta hacía que cualquiera se tragara sus palabras y agachara la mirada... nadie repelaba, ni opinaba ni nada de nada. "Calladita"... era la orden permanente de mamá. 

¡Ah! pero afuera... sí hablaba. No sé en qué momento, creo que cuando entré a la Secundaria a un colegio religioso de puras niñas fue que me empecé a sentir en confianza, por fin tenía amiguitas, siempre quise una hermana y no me dejaban juntarme con mis primas porque eran de otra religión y las otras eran unas bebés... 

Así que de pronto me convertí en "amiga", un nuevo rol. Y me gustó platicar y reir y pasarla bien, peeerooo ahí había una monja que no le gustó mi repentina popularidad y también recibí el "Calladita"... y no me dejaba ser.

Por lo tanto al callarme imaginaba toooodo lo que quería decir y un día empecé a escribir un diario... y otro, y otro, y otro... no sé cuantos diarios escribí a lo largo de mi adolescencia y según yo los escondía, pero años después supe que mi madre los leía cada noche cuando yo me iba a dormir.

¡Menos mal que nunca hice nada impropio! jajaja o que nunca me quejé de ella por escrito, (sólo lo pensaba). Escribía de mis tristezas, mis alegrías, mis charlas con las compañeras, mis sentimientos, de todo y de nada.

Así lo hice por años y fui desarrollando esta capacidad de escribir de la que ahora vivo. 

Por lo tanto "elucubrar" se hizo una costumbre... empecé a imaginar situaciones sin fundamento. De todo hacía una historia en mi mente. Y con el tiempo esto empieza a hacer daño porque te pierdes entre la fantasía y la realidad.

Te enojas, sufres, celebras, preparas, preguntas, respondes, analizas, reaccionas, te ofendes, lloras o te ríes por situaciones que nunca han existido. Te sientes aludida por cosas que nada que ver contigo y eso... esta mal.

Hasta ahora empiezo a comprender que esto me sale natural y me hace daño. Tengo que aprender a controlar mi mente, a ponerme un freno... porque me doy cuenta de que se me fue el "hilo" hasta cuando ya "la regué".

Sigo cometiendo errores, dando tumbos, choco con las paredes de mi túnel, veo la luz... voy hacia ella pero aún la veo lejana, me tropiezo de nuevo, me vuelvo a poner triste, me siento perdida... pero no puedo detenerme en mi camino hacia la salida.

Cada error es una experiencia. Ahora lo que debo hacer es perdonarme con amor y ponerme un semáforo en cada situación que me toque vivir. 

Antes de reaccionar ante algo que sienta que me afecta me tengo que hacer varias preguntas a mí misma y decidir si es "pare" o "siga" y evitar la reacción inmediata porque todo lo que diga puede ser usado en mi contra.

Esto está muy complicado, cada vez me cuesta más seguir pero no me quiero detener. 

Voy apenas en el Segundo Paso de mi programa de Co-dependientes en Recuperación y ¡¡¡son 12!!! Así que lo primero es tenerme paciencia a mí misma.

Precisamente este Segundo Paso trata sobre "el sano juicio". Analizar lo que vivo y tomar las mejores decisiones pero de una forma más serena, más pensada, más con calma, sin pensar que el mundo es una confabulación en mi contra y sobre todo... no estar a la defensiva.

Dejar de sufrir donde no hay sufrimiento. Dejar de pelear donde no hay conflicto. Abandonar mi maldito papel de víctima y respetarme, aprender a quedarme "calladita"... pensar bien las cosas y luego reaccionar si es que es necesario hacerlo, pero que sea con inteligencia y asertividad.

¡Auch! aún me falta tanto camino... a veces me siento tan cansada mentalmente. Tan presionada, tan agobiada. De verdad, de todo corazón deseo ser una persona emocionalmente sana, no quiero perderme en el intento.

Sólo por hoy dejaré de "elucubrar"... ¡ay! ¡que palabra tan fea!... tan misteriosa, suena como de ¡terror!, haré todo lo posible por detener a mi cerebrito para que las ideas no se me vayan como hilo de media... para no imaginar películas de suspenso donde no las hay.

¡Qué dificil¡ pero ese es el reto... pensar sólo en mí. 

Soy Paty, codependiente en recuperación.



































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