"Como el camino está sembrado de espinas, Dios ha dado al hombre tres dones: La sonrisa, el sueño y la esperanza".
(Immanuel Kant)
Hace ya algunos meses que no pasaba por aquí, de hecho no sé si ya pasó un año. Han pasado muchas cosas.
Luego de mi divorcio y mis primeros pasos en mi nueva etapa de enfrentar la vida sola, llegaron muchas sorpresas, la mayoría buenas.
Ha pasado por diversos capítulos, sin embargo me he concentrado básicamente en trabajar. Sigo abrazada a mi fórmula de "Mente ocupada = corazón anestesiado".
Sí, me funcionó unos meses, pero esconder los problemas como si fueran basura debajo de la alfombra no los resuelve... solo los oculta un tiempo, al ser basura ésta se pudre, entonces empieza a molestar de verdad lo que está ahí guardado, carcomiendo el alma.
Hace más de un año que inicié mi rehabilitación en el grupo de Familias Anónimas y me declaré una persona Codependiente en Recuperación. Con el paso de los meses me sentí fortalecida y quise seguir mi camino sola, sin embargo me di cuenta que aún me hacía falta más refuerzo, aprender más para vivir mejor.
Hace una semana decidí regresar al grupo y estoy retomando mis lecturas y reflexiones, con el firme objetivo de avanzar hacia mi recuperación. Que sé que al igual que las personas con alcoholismo o drogadicción no se va a curar.
Son heridas que toda la vida estarán ahí. Son daños permanentes que ya no se van a borrar, sin embargo debo aprender a vivir con ellos sin evadirlos.
Luego de perder mi hogar, mi esposo, mi proyecto de vida, la posibilidad de tener hijos, me abracé a lo único que me quedaba, mi trabajo.
Me dediqué en cuerpo y alma a una nueva encomienda que me dieron y me tiré de lleno a mantenerme ocupadísima. No descansaba, trabajaba de sol a sol... de "gallo a grillo", como dicen por ahí, 7 días de la semana, concentrada solo en eso.
De pronto, me llegó un revés. Por una indicación me quitaron el proyecto en el que estaba invirtiendo todo mi tiempo y esfuerzo. Me pasaron a otra área y yo sentí la decisión como injusta, me enojé como hace mucho tiempo no lo hacía. Sentí que me arrebataban algo que era mío, por lo que luché demasiado.
En un principio no lo comprendí, sin embargo ahora empiezo a tomarlo en positivo. Me di cuenta que la nueva encomienda me permite ser de nuevo más dueña de mi, de mi tiempo. He dormido suficiente, he descansado y decidí retomar mi rehabilitación.
Con tanto trabajo, no supe ni como pero perdí aliados. Antes en mi oficina todo mundo me hablaba bien y me saludaban con el mismo respeto y cariño que yo lo hacía. Sin embargo, no me di cuenta en qué momento se hicieron mis enemigos.
Ni siquiera alcanzo a entender qué pasó, qué les dijeron de mi, en qué los ofendí, o porqué tanta apatía hacia mi persona. Ahora resulta que hay unas 8 personas en mi trabajo que tienen un total rechazo hacia mi.
Se portan déspotas y groseros conmigo. Me ignoran cuando doy los buenos días, no me dirigen la palabra, ni la mirada, ni el saludo. Como si yo no existiera. Eso duele.
He tratado de averiguar, pero no logro entender. El año pasado luego de mi divorcio surgieron muchos chismes, alguien dijo que mi marido me dejó porque yo lo había engañado con otros hombres, lo que es absolutamente falso.
Alguien empezó un chisme y cuando yo quise hablar con esa persona que supuestamente lo inició se armó un escándalo. Yo solo quería aclarar las cosas, no pelear. Sin embargo esa persona respondió mal, me insultó y me hizo daño.
A raíz de ahí todos fueron cayendo como piezas de dominó. Al principio no me preocupé, pensé que pasaría, sin embargo no fue así. La mala actitud hacia mi se fue haciendo cada vez más fuerte.
Yo no les prestaba atención porque estaba totalmente concentrada en mi trabajo. Sin embargo, ahora que estoy un poco más holgada me doy cuenta de esas reacciones y esa negatividad y rechazo no puedo negar que me afecta, me duele.
Para mi desfortuna estas 8 personas están ubicadas en la entrada de mi oficina, así que al llegar y dar los buenos días recibo un silencio total y malas caras, nadie me contesta ni me sostiene la mirada.
Cruzar cada mañana ese tramo es como entrar a un camino de espinas. Termina, es breve pero lastima y me deja adolorida todo el día.
Me cuesta mucho ignorar, no prestar atención, pero duele. Sentir ese rechazo irracional me duele. He estado tratando de hacer una revisión personal si le hice daño a alguien, pero no logro encontrar los motivos exactos.
No sé ni en qué ofendí, ni si tendría que ofrecer disculpas. Pero enfrentarme diario a esa mala actitud es muy fuerte. No sé ni siquiera si es envidia, coraje o revancha. Solo sé que es muy duro y duele.
Solo por hoy quiero ser más fuerte que eso. Entender que es imposible caerle bien a todo el mundo. Que muchas veces el éxito o forma de ser puede causarle conflicto a personas que siguen sin destacar, que siguen ahí... sin avanzar, como macetas de corredor.
Hoy quiero concentrarme en mi, retomar la rehabilitación de mi alma. Reiniciar donde me quedé en el 4° Paso del Programa (Sin temor, hicimos un sincero y minucioso examen de nosotros mismos) quiero reencontrarme conmigo y sacar fuerza de donde siempre creo que ya no hay.
Señor concédeme SERENIDAD,
para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
VALOR para cambiar las que si puedo, y
SABIDURIA para distinguir la diferencia.
Gracias por leerme.
Soy Paty, codependiente en recuperación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario